Un obituario en el último número de
Science (8 Feb 2013) me ha hecho recordar el tremendo impacto que ha tenido el trabajo del desaparecido
Carl Woese en nuestra visión de la historia evolutiva, ya que a partir de sus logros pudimos comparar por primera vez con precisión molecular las historias evolutivas de linajes tan distantes como las bacterias y los animales. Además de descubrir por el camino nada menos que a las
arqueobacterias, el uso de las secuencias de los genes ribosomales 16S como fuente de información filogenética todavía es rutinario, a pesar de sus limitaciones y de los avances tecnológicos, y a pesar de que ahora se hable más de redes que de árboles. Si no que se lo pregunten a los que se dedican a la
metagenómica...
En las siguientes figuras se resume el impacto de la introducción de los análisis de genes 16S:
Al releer la
revisión de Woese del año 1987 lo que más me ha sorprendido ha sido ver que no sólo se usó secuencias, sino que se molestó en analizar en detalle la estructura de los RNAs ribosomales, e incluso localizó a nivel de estructura secundaria las zonas que permitían distinguir los grandes linajes evolutivos, como se muestra en la siguiente figura. Está ya todo inventado también aquí?
Un saludo y buen finde,
Bruno
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